Fuente: Madrid/Geoscopio.
Aunque el motor del futuro estará basado en la pila de combustible, los tradicionales motores de combustión interna continuarán empleándose durante, al menos, los próximos veinte años, aunque eso sí, utilizando como propulsante los biocombustibles.
Los expertos parecen estar de acuerdo en que a largo plazo, los motores de combustión interna serán reemplazados por motores de pila de combustible. Estos emplearán el hidrógeno como combustible, liberándo únicamente agua al ambiente, según explicó hoy Guillermo Wolf, consultor de investigación de Repsol-YPF, en el curso "El automóvil y la calidad del aire", patrocinado por la Fundación Eduardo Barreiros.
Nadie se atreve a pronosticar cuando será ese futuro, matizó Wolf, porque hay que superar muchas barreras económicas y sobre todo tecnológicas, para convertir al hidrógeno en una fuente de energía "regenerativa y sostenible".
Mientras llega ese momento, desde Europa ya se apuesta por combustibles que tomen el relevo a la gasolina y al gasóleo, que ya han sido "reformulados", es decir, se les ha delimitado el contenido de ciertos componentes (aditivos, benzeno, plomo..) directamente relacionados con las emisiones contaminantes.
Entre los que se perfilan como alternativa más viable se encuentran los biocombustibles (biodiesel o bioetanol), explicó Wolf, quien dijo que por ser renovables, biodegradables y no tóxicos son "la apuesta más fuerte para un futuro cercano".
Compuestos de aceites vegetales, las características físico-químicas del biodiesel hace que se parezca al gasóleo, con el que la industria del automóvil los empieza a mezclar en una proporción del cinco por ciento.
Por otra parte, puntualizó el investigador de Repsol-YPF, el bioetanol se obtiene del gas natural y del petróleo, así como de la biomasa,
"lo que lo hace perfecto, porque en Europa hay mucho excedente de grano y vino", y contó el caso de Brasil, donde tres millones de vehículos circulan propulsados por caña de azúcar.
En cuanto al desarrollo de los nuevos métodos de propulsión, Wolf dijo que los motores y los combustibles son un sistema común, que se han de optimizar de forma combinada para conseguir la máxima potencia y rendimiento, por lo que las tendencias de futuro están "totalmente ligadas" a los avances en el campo automovilístico.
Aún con pocos ensayos, "pero muy prometedores", el dimetil éter (DME), que se obtiene del gas natural, ha demostrado un gran potencial en motores diesel, con las ventajas de un almacenaje sencillo y bajas emisiones de partículas y óxidos de nitrógeno (NOx).
Sea cual sea el motor y el combustible del futuro, la política europea en medio ambiente y transporte está encaminada a reducir en pocos años la liberación de gases que propicien el efecto invernadero, y las emisiones dióxido de carbono, azufre o nitrógeno "han disminuido de forma notable" desde 1990, cuando la Unión "se puso más dura en este aspecto", concluyó Wolf.
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