Fuente: Madrid/Geoscopio.
La Comisión Europea acaba de publicar una Comunicación sobre la nueva estrategia comunitaria en materia de Salud y Seguridad en el Trabajo, que pretende: adopta un enfoque global de cara al bienestar en el trabajo, consolidar una cultura de prevención del riesgo y demostrar que una política social ambiciosa constituye un factor de competitividad.
Crear más y mejores puestos de trabajo, ese fue el objetivo que se marcó la Unión en el Consejo Europeo de Lisboa de marzo de 2000. La salud y la seguridad son, sin lugar a dudas, componentes esenciales de la calidad del trabajo y figuran entre los indicadores recientemente adoptados a raíz de la Comunicación de la Comisión titulada "Invertir en la calidad"
Cada año en la Unión Europea tienen lugar cerca de cinco millones de accidentes con resultado de más de tres días de incapacidad laboral y en los que producen 5.500 muertes.
Después de una periodo comprendido entre 1994 y 1998 en que se había logrado disminuir en un 10% el número de accidentes de trabajo, el repunte en los últimos años y el que los países candidatos registren una frecuencia media de accidentes laborales sensiblemente superior a la media comunitaria, hacía oportuno la elaboración de esta Comunicación.
La estrategia que se ha presentado para el periodo 2002-2006, y que lleva como título "Cómo adaptarse a los cambios en la sociedad y en el mundo del trabajo: unanueva estrategia comunitaria de salud y seguridad (2002-2006)", se basa en la premisa de que un entorno y una organización del trabajo sanos y seguros son factores que condicionan el rendimiento de la economía y de las empresas.
Uno de los pilares fundamentales es la adopción de un enfoque global de cara al bienestar en el trabajo, teniendo en cuenta los cambios registrados en el mundo del trabajo y la emergencia de nuevos riesgos -especialmente de carácter psicosocial-, y su objetivo consiste en mejorar la calidad del trabajo, uno de cuyos componentes esenciales es un entorno de trabajo sano y seguro.
Por otra parte, promueve la consolidación de una cultura de prevención del riesgo, en la combinación de una variedad de instrumentos políticos -legislación, diálogo social, vías de progreso, localización de ejemplos de mejores prácticas, responsabilidad social de las empresas e incentivos económicos- y en la constitución de asociaciones de cooperación entre todos los agentes pertinentes en el ámbito de la salud y la seguridad.
Finalmente, la Comunicación pone en evidencia que una política social ambiciosa constituye un factor de competitividad, y que, por el contrario, los costes que genera la falta de intervención política suponen una pesada carga para las economías y las sociedades.
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