Fuente: Geoscopio/Madrid.
Un programa de vigilancia ambiental controlará la eficacia de las medidas preventivas y correctoras propuestas, con un responsable ambiental que estará presente durante las obras.
Este proyecto de la Confederación Hidrográfica del Duero responde a la necesidad de conciliar los intereses socioeconómicos de los pueblos del entorno de la cuenca.
El Ministerio de Medio Ambiente, y Medio Rural y Marino ha evaluado
favorablemente el proyecto de ingeniería fluvial en la Cuenca del río Támega,
promovido por la Confederación Hidrográfica del Duero, según se recoge en la
Declaración de Impacto Ambiental (DIA) que acaba de concluir.
La DIA se ha realizado sobre los cuatro proyectos que componen la actuación
global sobre el río Támega (en el LIC-Lugar de Interés Comunitario-del mismo
nombre), actualmente no regulado, que recorre la comarca de Verín, y cuya
población se asienta en la parte baja del valle, en una zona inundable. Los
proyectos incluyen tanto la adecuación ambiental de riberas y construcción de
defensas contra avenidas como la restauración ecológica y mejora de la
capacidad de caudales del río Támega, en los términos municipales de Verín,
Monterrei, Oimbra y de los ríos Bubal y Rubín, en Monterrei (Ourense).
El promotor, como resultado de las alegaciones presentadas durante la fase de
información pública, ya ha asumido una serie de mejoras del proyecto original
para proteger adecuadamente las características del entorno en el que se va a
ejecutar. Por tanto, la Declaración de Impacto Ambiental ratifica lo ya
previsto por el promotor para evitar los posibles impactos sobre la atmósfera,
el suelo, la vegetación y el paisaje.
Por lo que respecta a los impactos sobre el cauce del río, la DIA especifica
que durante la ejecución de las obras se tienen que realizar análisis periódicos
de la calidad de las aguas para controlar la posible aparición de vertidos o
residuos que, en tal caso, deberán ser retirados por un gestor autorizado.
Durante la fase de explotación, se considera que no habrá alteraciones sobre
los caudales y su calidad, ya que las obras se han proyectado de forma puntual y
no a lo largo de todo el río, sino sólo en lugares que precisan defensas de la
población, dejando que el resto del río discurra de forma natural.
Otra condición de la DIA es que las sendas de pescadores previstas en el
proyecto, en ningún caso superarán la anchura de dos metros, además sólo se
construirán donde la vegetación de ribera no se vea afectada y estarán
balizadas para impedir el paso de vehículos a motor.
La DIA establece que sólo se construirán escolleras en aquellas zonas en las
que existe riesgo para la población en caso de inundaciones por lo que se
modificará la prevista en Pazos, en el lugar conocido como Muiño do Pracer,
retranqueándola hacía la zona de policía del río Támega, siguiendo el
trazado de los caminos existentes para no afectar al bosque de ribera. Asimismo,
no se construirán estructuras que obstruyan el normal funcionamiento del cauce
o afecten potencialmente el hábitat de especies protegidas y presentes en el
LIC, como el Sapillo Pintojo o el Lagarto verdinegro. En todo caso, todos los
diseños de escolleras deberán someterse a informe de la Dirección General de
Conservación de la Naturaleza de la Xunta de Galicia.
Para la integración paisajística del proyecto se revegetará con especies autóctonas
y para proteger a la fauna durante las obras, se realizarán estudios previos
sobre situación de zonas de cría o frezaderos, para programarlas
convenientemente, dado que se ha evaluado que en la fase de explotación la
fauna en su conjunto dispondrá de un hábitat considerablemente mejorado.
En el proyecto destaca la supresión de un puente de tipología tradicional como
el de Albarellos, lo que supone un impacto severo sobre el patrimonio. No
obstante la DIA establece una medida específica para minimizar esta afección
como es el previo desmontaje manual de cada una de las piedras que lo componen
y, perfectamente identificadas, sean entregadas al ayuntamiento para que pueda
reconstruir el puente en el lugar más conveniente donde no genere, como ha
ocurrido hasta ahora, problemas durante las crecidas del río.
Se han tenido en cuenta también los impactos sobre la población llegándose a
la conclusión de que, aunque en la fase de obras se verá afectada por el ruido
y la pérdida temporal de permeabilidad del territorio, la actuación una vez
terminada tendrá importantes beneficios, como la generación de empleo, la
defensa contra inundaciones y la recuperación de espacios degradados para que
sean utilizados como zona de esparcimiento por la población, mejorando al mismo
tiempo la calidad paisajística de toda la zona.
Un programa de vigilancia ambiental controlará la eficacia de las medidas
preventivas y correctoras propuestas, con un responsable ambiental que estará
presente durante las obras. Posteriormente, en la fase de explotación se
comprobará que la calidad de las aguas mantienen los mismos parámetros de
calidad que antes de la actuación y que las medidas restrictivas para el paso
de vehículos a las sendas de pescadores son efectivas.
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