Este acuerdo permitirá hacer un seguimiento de las posibles influencias que pueda tener la utilización de combustibles alternativos en la fabricación de cemento. A partir de ahora el CSIC se encargará de realizar este análisis, que se sumará al que la industria cementera española lleva a cabo de forma independiente a través de distintos organismos e instituciones homologados por la Administración.

El CSIC lleva dos años realizando mediciones en las cementeras españolas. A partir de ahora los trabajos del CSIC se centrarán principalmente en aquellas plantas que utilizan residuos como combustibles alternativos.

Tras la firma del Acuerdo Marco con el Ministerio de Agricultura para la destrucción de harinas animales, las fábricas que están utilizando combustibles alternativos son más de un tercio del total y en los próximos meses se podría llegar a prácticamente la mitad, unas 18 fábricas.

La colaboración del CSIC se realizará a través del Instituto de Investigaciones Químicas y Ambientales en Barcelona y el Instituto de Ciencias de la Construcción Eduardo Torroja en Madrid.

El primero se encargará de la medición de emisiones de dioxinas y furanos. El Eduardo Torroja, por su parte, analizará la calidad del cemento tras la utilización de combustibles no tradicionales, el contenido de metales pesados y comprobará los niveles mínimos de lixiviación de estos metales pesados (la incorporación de metales pesados al agua que está en contacto con el hormigón endurecido).

El presidente de Oficemen ha calificado la firma de este convenio de muy positiva "ya que nos permitirá confirmar, a través de una institución tan prestigiosa como es el CSIC, la eficiencia y la seguridad que empleamos en la valorización de residuos, así como el mantenimiento en la calidad de los cementos que fabricamos".

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