Fuente: Madrid/Geoscopio
La revisión del Código internacional de conducta de la FAO sobre la distribución y el uso de los plaguicidas podría reducir significativamente los riesgos que plantean las substancias agroquímicas para el medio ambiente como para la salud, tanto en general como la de los agricultores
En muchos países, el empleo de plaguicidas sigue representando un grave riesgo. La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que cada año se producen 25 millones de casos de envenenamiento a causa de plaguicidas y alrededor de 20.000 muertes involuntarias, sobre todo en los países en desarrollo. Los efectos a largo plazo de la exposición habitual a los plaguicidas provocan a menudo enfermedades crónicas como el cáncer, así como trastornos neurológicos y del aparato reproductor.
Si bien más el 80 por ciento de los plaguicidas se emplea en los países desarrollados, el 99 por ciento de todos los casos de envenenamiento tienen lugar en las naciones en desarrollo donde hay deficiencias en los sistemas de regulación, de sanidad y de educación, reconoce la FAO.
En buena parte de los países más pobres las substancias agroquímicas se utilizan o se almacenan sin tener en cuenta las normas más elementales de seguridad. Los productos altamente tóxicos son fácilmente asequibles mientras que las ropas de protección son, con frecuencia, demasiado caras para los campesinos pobres o es imposible ponérselas allí donde el medio ambiente es caluroso y húmedo.
El Código de la FAO fija las normas para los gobiernos, las industrias de plaguicidas, alimentarias y de equipamiento, los comerciantes, los grupos de defensa del ambiente y los consumidores, los sindicatos del comercio y las organizaciones internacionales y refuerza la vigilancia y el cumplimiento de esas normas.
El cumplimiento del Código es obligatorio para los miembros de Crop Life International, la asociación internacional de fabricantes de plaguicidas. Los gobiernos, la industria de plaguicidas y las organizaciones internacionales reconocen voluntariamente el código. Varios gobiernos han incorporado el Código total o parcialmente en su legislación nacional sobre plaguicidas.
El Código revisado promueve las prácticas que minimizan los potenciales riesgos sanitarios y ambientales ligados a los plaguicidas y abarca el ciclo vital de estas substancias desde su elaboración, reglamentación, producción, gestión, empaquetado y etiquetado hasta su distribución, aplicación, uso y control y eliminación.
El Código revisado solicita a las industrias que "suministren sólo plaguicidas de calidad adecuada y que presten atención especial a la elección de las fórmulas de plaguicidas y su presentación, empaquetado y etiquetado para reducir los peligros para los usuarios y minimizar las repercusiones negativas en el medio ambiente".
Los fabricantes deberían retirar los plaguicidas que representen un riesgo inaceptable para las personas, los animales o el medio ambiente, dice el Código. Por desgracia, continúa la producción y exportación de plaguicidas baratos pero muy tóxicos, como los organofostatos y los carbamatos.
El Código fomenta las estrategias de Gestión Integrada de Plagas (MIP) que reducen la dependencia de los plaguicidas promoviendo, en cambio, el crecimiento de cultivos inocuos y el sistema de sistemas naturales de control de plagas. "La experiencia de los numerosos proyectos de la FAO demuestra que este enfoque ofrece la oportunidad de reducir drásticamente el uso de plaguicidas y de aumentar los rendimientos", subraya Vaagt, experto de la FAO en gestión de plaguicidas
El Código de la FAO insta a los países a impedir la acumulación de plaguicidas caducos y de depósitos de plaguicidas usados. La industria de plaguicidas debería colaborar en la eliminación de los desechos de material plaguicida de manera no nociva para el medio ambiente. Según los cálculos de la FAO, más de 500.000 toneladas de plaguicidas obsoletos, prohibidos o caducados, se acumulan en casi todos los países en vías de desarrollo y en transición, suponiendo una grave amenaza para la salud de millones de personas y para el medio ambiente.
"Además de salvar vidas, aplicar el Código significa evitar los residuos tóxicos; se ahorrarían así millones de dólares destinados ahora a las operaciones de limpieza, que podrían emplearse en la preparación, investigación y aplicación de medidas de control de plagas beneficiosas para el ambiente", concluye Vaagt.
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