Fuente: Geoscopio/Madrid. El año hidrometeorológico 2004-2005 se está caracterizando por el acusado déficit de precipitaciones que se ha ido generando progresivamente, sobre todo desde el pasado mes de noviembre, déficit que se ha incrementado considerablemente a lo largo del recientemente finalizado mes de enero. De hecho, este mes ha sido, en el conjunto del territorio nacional, uno de los cuatro meses de enero más secos de los últimos 50 años, junto con los de los años 1964,1983 y 1993.
A fecha 31 de enero, las precipitaciones acumuladas desde el pasado 1 de septiembre son en conjunto en torno a un 35% inferiores a los valores medios normales, siendo el déficit de lluvias más acusado sobre una franja central peninsular que se extiende desde el norte de Extremadura al sur de Aragón, así como en el tercio suroeste y en el extremo nordeste de la España peninsular.
Si se analiza la forma en que se han distribuido estas escasas precipitaciones a lo largo de estos primeros cinco meses de año hidrológico, se aprecia que tan sólo a lo largo del mes de octubre las precipitaciones superan los valores medios, siendo los demás meses, en el conjunto de España, bastante deficitarios en precipitaciones. Comenzó el año hidrológico con un mes de septiembre muy seco en la mayor parte de las regiones, sobre todo en el suroeste peninsular. En cambio, como se ha citado, en el mes de octubre se midieron precipitaciones abundantes en general, registrándose una precipitación media acumulada de en torno a un 40% por encima del valor medio, siendo este mes especialmente húmedo en las regiones de la vertiente atlántica, mientras en las zonas de la vertiente mediterránea resultó bastante seco.
El mes de noviembre trajo consigo un claro cambio en lo que respecta a la situación meteorológica predominante en España, de modo que a lo largo de este mes las precipitaciones acumuladas en el conjunto del país apenas superaron el 40% del valor medio, siendo el mes muy deficitario en lluvias en prácticamente todas las regiones con excepción de los archipiélagos Balear y Canario así como de algunas áreas del centro y sur de la Comunidad Valenciana, zonas en las que el mes fue normal o húmedo.
Tanto a lo largo del mes de diciembre como especialmente en este mes de enero de 2005, se ha mantenido y consolidado la situación de precipitaciones muy escasas que tiene como origen la persistencia del régimen de altas presiones en el entorno de la Península Ibérica. De esta forma es de destacar que en el conjunto de estos últimos tres meses (noviembre-diciembre-enero) las precipitaciones acumuladas sólo suponen el 40% del valor normal, y en el caso extremo de enero tan sólo el 16% del valor medio, lo que hace que el trimestre citado constituya el período noviembre-enero de menor precipitación media en el conjunto de la España peninsular en los últimos 50 años. Esta persistente situación de tipo anticiclónico ha ido acompañada, a lo largo de lo que llevamos de invierno, de un régimen de heladas principalmente de irradiación en el interior peninsular, produciéndose también en este período algunas situaciones de advección de aire frío procedente del norte o nordeste, desde el interior de Europa, siendo la más intensa de estas situaciones, la que se produjo entre los días 24 y 28 de enero, que dio lugar a heladas intensas en el interior peninsular, heladas que llegaron a afectar de forma significativa incluso a zonas costeras del este y sur de la Península así como al archipiélago Balear.
Si se considera la distribución geográfica de las precipitaciones acumuladas en el período de los cinco meses considerados, se observa que estas precipitaciones son muy inferiores a los valores medios. En general, están comprendidas entre el 50% y el 75% de dichos valores, siendo incluso inferiores al 50% en la mayor parte de las zonas de las cuencas del Tajo y el Guadalquivir, así como en Cataluña. Tan sólo se observan valores de precipitación acumulada superiores a los normales en el archipiélago Canario, sobre todo en las islas más occidentales del mismo y, en menor medida, en zonas aisladas de las cuencas alta y media del Ebro y de la Comunidad Valenciana, así como en parte del archipiélago Balear.
Como consecuencia de estas precipitaciones escasas, la humedad del suelo, a fecha 31 de enero, se mantiene en general en valores muy inferiores a los habituales en estas fechas, apreciándose secos a muy secos en la mayor parte de la mitad suroriental peninsular, en tanto que los suelos se mantienen saturados en la franja cantábrica por las precipitaciones de lluvia o nieve registradas en esas áreas en los últimos días del mes de enero.
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