Fenacore advierte que sin los embalses actuales sólo se cubriría el abastecimiento de tres millones de personas durante el verano
Miércoles, 6 de Septiembre de 2006
Fuente: Geoscopio/Madrid. El presidente de la Federación Nacional de Comunidades de Regantes (FENACORE), Andrés del Campo, advirtió en Santander, durante los cursos de verano de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP), que si la sociedad española dependiera para su abastecimiento exclusivamente del agua circulante por todos los ríos de nuestra geografía, sólo se podría atender, con los ratios actuales de consumo por habitante y día, las necesidades de una población de unos tres millones de habitantes durante el verano.
Del Campo señaló que gracias a las infraestructuras hidráulicas existentes, como son los embalses y los trasvases, la población española -que supera actualmente los 44 millones de habitantes- tiene sus necesidades de agua y alimentos abastecidas durante todo el año y, principalmente, durante la época estival, caracterizada por un mayor consumo y un menor nivel de lluvias.
No obstante, el presidente de los regantes advirtió que las condiciones naturales de pluviometría que obligaron a construir embalses hace 50 años se "recrudecerán" ante la posible llegada de un cambio climático en nuestro país, marcado por lluvias torrenciales y espaciadas en el tiempo, que extremarán inevitablemente el caudal de los ríos y la prolongación de periodos secos.
Del Campo aprovechó su intervención en la UIMP para abogar una vez más por la agilización de las obras contempladas en el Plan Hidrológico Nacional (PHN) y la realización de obras de regulación (embalses) y transporte (trasvases). En su opinión, estas infraestructuras permitan equilibrar mejor los efectos adversos derivados de este posible cambio climático, garantizando el suministro de agua en las cuencas hidrográficas deficitarias y permitiendo amortizar las costosas inversiones realizadas para modernizar los regadíos.
Asimismo, se refirió a otras medidas alternativas para hacer frente a la particular climatología de España, como es el uso alternativo de aguas subterráneas y superficiales, utilizando prioritariamente los acuíferos en épocas de sequía para usos agrícolas y reservando las aguas superficiales de mayor calidad para otros usos prioritarios. Asimismo, insistió en la importancia de reutilizar las aguas regeneradas, procedentes de las poblaciones, para riego de jardines, campos de golf y para el regadío de determinados cultivos de zonas regables próximas a núcleos de población.
Una visión catastrofista de la agricultura de regadío
Por otro lado, el presidente de la Federación Nacional reiteró su pesar por la "visión catastrofista" que Gobierno y organizaciones ecologistas ofrecen a la opinión pública de la gestión y uso que los regantes están realizando del agua en España. Del Campo señaló que los agricultores atraviesan una "crisis de popularidad" debido a las acusaciones en las que se les tilda de "despilfarradores" y "consumidores irresponsables" de agua.
El presidente de los regantes manifestó su temor a que esta idea "tremendista" de su actuación vaya calando en la sociedad hasta llegar a ser asumida por todo el mundo, cuando en realidad los regantes son los auténticos ecologistas del planeta, pero también son conscientes de la trágica situación de sequía que azota a España desde hace décadas y de la necesidad de solucionarla definitivamente a través de la construcción de obras de regulación y trasvases intercuencas.
Descontar la acción descontaminante del regadío
En este sentido, Andrés del Campo calificó de "contradictorio" que la política medioambiental de la Unión Europea se rija por el principio de "quien contamina pague", brindando la posibilidad de comprar derechos de emisión y, por el contrario, no plantee la alternativa de que quiénes limpian de CO2 la atmósfera, sean debidamente compensados. "¿No deberían percibir los agricultores, de aquellos que emiten, la cantidad equivalente a lo que sus cultivos absorben?", planteó.
Por este motivo, el presidente de Fenacore solicitó a las Administraciones de Agricultura y Medio Ambiente que valoren, cuantifiquen y se descuente la acción descontaminante que ejerce la agricultura de regadío sobre el medio ambiente, a través de la aportación de oxígeno a la atmósfera, la producción de biocombustibles, la reducción de la desertización o su actuación como auténticos sumideros de CO2 atmosférico.
En este sentido, Del Campo solicitó a ambos Ministerios que contribuyan a difundir a la opinión pública las inversiones en tecnología de regadío y las externalidades positivas que éste conlleva, ya que de conocerlas, el debate abierto entre la Unión Europea, Estados Unidos y los países en desarrollo sobre la eliminación de ciertas ayudas, incluso las de la Política Agracia Común (PAC)- a pesar de que representan menos del 0,4 por ciento del PIB comunitario-, se enfocaría con menor conflictividad.
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