El consejero de Agricultura y Pesca, Isaías Pérez Saldaña, presentó en Sevilla a la Asociación de Regantes de Andalucía (Feragua) la campaña de la Junta sobre el aprovechamiento y uso racional del agua en la agricultura, cuyo principal objetivo ha sido que los andaluces conozcan los avances que se están haciendo en el regadío y la importancia que éste tiene para Andalucía.

El consejero destacó que tras el éxito obtenido por la campaña ésta se volverá a repetir y explicó que la imagen de “derroche” en materia de agua que se asocia con la agricultura no es real y aportó datos sobre la importancia del regadío para el desarrollo económico y social de Andalucía. En este sentido, señaló que los cultivos de regadío generan el 57 % de la producción final agraria y el 60 % del empleo y tan sólo ocupan, con 957.927 hectáreas, el 22 % de la superficie cultivada.

Pérez Saldaña destacó asimismo los esfuerzos realizados en la modernización de las estructuras de los regadíos y la gestión del agua para contar actualmente con 230.000 hectáreas de regadío con infraestructuras modernas y un uso eficaz del agua de riego, realizados mediante 525 millones de inversión privada y más de 270 millones de subvención, así como 48,6 millones de inversión en aguas depuradas y desalinizadas. 

Igualmente el consejero señaló que en los últimos tres años se han puesto en marcha numerosos proyectos de modernización en las distintas provincias andaluzas, que han afectado a una superficie de 198.722 hectáreas.

El consejero de Agricultura y Pesca explicó que la directiva europea marco del agua y el cambio climático, hacen inaplazable la utilización de infraestructuras y técnicas de riego que optimicen al máximo el uso del agua para la obtención de producciones que maximicen su potencial social, económico y mediombiental, lo que implica, dada la importancia del regadío y de garantizar su desarrollo sostenible, que Andalucía destinará en el próximo marco de desarrollo rural 337,5 millones de euros a esta cuestión. 

Pérez Saldaña se refirió también al cambio climático, sobre el que indicó que la agricultura tiene un papel fundamental en la lucha contra el mismo, ya que resulta una fuente insustituible de energías renovables bajo la forma de biomasa y de biocombustibles, y, sobre todo, por su contribución a la captación de dióxido de carbono (CO2) de la atmósfera en las tierras agrarias, en los campos de maíz o de remolacha o en los miles de hectáreas de olivar, verdaderos bosques que actúan como sumideros de CO2 y limpiadores de la atmósfera.