Alcobendas, 15 de septiembre
de 2.000
La escasez
de agua en gran parte de la España peninsular e insular, y sobre
todo la irregularidad de las precipitaciones, hace muy difícil asegurar
la pervivencia de la gran cantidad de parques públicos construidos
en los últimos veinte años.
Al problema
de la falta de agua, se suma el inadecuado diseño de gran parte
de estos parques en los que no se han plantado las especies más
adecuadas para la climatología de la zona. Ha habido un abuso excesivo
de césped y de plantas con importantes avidez de agua, tratando
de crear islas de un verde irreal en las duras mesetas o en el litoral
mediterráneo.
Ciertamente
existía una demanda y necesidad acuciante, (sobre todo en las ciudades
de los grandes cinturones metropolitanos), de espacios que rompieran
la dureza del nuevo paisaje creado y constituido por asfalto, hormigón
y ladrillos. A veces se ha construido algún parque y en la mayoría
se ha plantado verde en solares con una mínima infraestructura.
Pero todos ellos los vecinos los han hecho suyos y ocupado de forma
urgente y masiva.
Hoy, y en los
próximos años, tenemos que mantener, cuidar y regar estos espacios,
y a su vez transformándolos en parques con plantaciones adecuadas,
copiando de la naturaleza del entorno, y fundamentalmente disminuyendo
el consumo de agua de riego, pero a su vez asegurando unos caudales
mínimos y necesarios para el mantenimiento a medio y largo plazo.
Esto último sólo se puede conseguir reutilizando el agua que ya
hemos usado, que tiene una calidad inferior al agua de bebida, pero
que con un tratamiento similar al realizado por el Ayuntamiento
de Alcobendas, asegura su calidad sanitaria e incluso beneficio
a las plantas por los nutrientes que le aporta.
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